domingo, 22 de enero de 2012

Globos

Esta tarde de domingo hemos estado con los peques comiendo en un restaurante familiar. Amablemente nos han ofrecido unos globos antes de marcharnos, de esos que se sujetan solos, que vuelan. Los hemos paseado por el parque entre toboganes, columpios y tropezones. Pero al experimentar con uno de ellos (uno de mis hijos quería saber si pesaba más el globo o la piedrecita que había cogido del suelo) el globo ha tenido a bien salir volando... alto, alto.... Nos quedamos ensimismados viendo cómo asciende sacudiendo de forma simpática la cuerdecita que lo unía a la mano de mi nene. ¡Qué triste se ha quedado! Ya no volveré a verlo nunca más, me ha dicho con su carita de pena. Sin embargo enseguida se nos ha ocurrido aprovechar la ocasión para pensar que le mandamos el globo al abuelo que ya está en el cielo. ¿Le habrá llegado ya? ¡Qué lástima no poner "te queremos mucho abuelito"...!
Los niños tienen presente la persona que les quiere, aunque ésta haya fallecido, y se les ocurre con los hechos más nimios recordarla e incluirla en el día a día. Los mayores podemos enviar esos "globos" al cielo con nuestros pensamientos, deseos del corazón. Y suben. Y llegan.


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